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“Bendito el que viene en nombre del Señor”

CELEBRACIÓN DE DOMINGO DE RAMOS EN LA PARROQUIA “LA ASUNCIÓN”

Aloag, 28 de marzo de 2021

Con mucha alegría llego hoy a esta querida Parroquia de la Asunción de Aloag. Una visita postergada pero anhelada.

Llego hoy en este Domingo de Ramos, diferente sin duda, sin procesión por las calles celebrando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

Viviremos la Semana Santa entre una presencia limitada de fieles, llegando a muchos a través de las redes y marcada por la ausencia de procesiones, pero la viviremos con profunda fe, haciendo nuestro, el Misterio Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.

Hoy recordamos las alabanzas a Jesús al entrar en Jerusalén: “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Hubo palmas y cantos, hubo alegría. ¿Nos quedamos en un simple recuerdo de todo lo que vivió Jesús en esos días? No, hacerlo sería una manera equivocada de vivir esta Semana Santa. Tenemos que celebrarlos, hacer nuestro el “paso” de la muerte a la vida como lo vivió el Señor.

Esta Semana Santa, en medio de la pandemia que lleva ya un año causando  crisis, dolor y lágrimas, es el tiempo de iniciar un nuevo camino. Vamos Vamos a vivir el “camino del Calvario”. El camino del Misterio Pascual, el camino de la pasión, muerte y Resurrección de Jesús.

El Papa Francisco nos dice claramente: “No nos limitemos a conmemorar la pasión del Señor. Entremos en el misterio, hagamos nuestros sus sentimientos, sus pensamientos”.

Debemos vivir profundamente este misterio, debemos caminar con Cristo en su pasión, debemos morir con Cristo y debemos Resucitar con Él. Es, “la memoria conmemorativa de un gran misterio único: la muerte y la resurrección del Señor Jesús”.

En este domingo hemos leído el Evangelio de la Pasión del Señor. Un Evangelio que no puede ser indiferente para nosotros. Un Evangelio que nos debe cuestionar y hacer reflexionar, pero sobre todo, nos debe llevar a preguntarnos quiénes somos ante Jesús que sufre.

Sí, queridos hermanos, ¿Quién soy yo delante de Jesús entrando en Jerusalén en este día de fiesta? ¿Soy capaz de expresar mi alegría? ¿Soy capaz de alabarlo y de proclamarlo Rey? ¿O me quedo distante o lejano porque me he alejado de Él en mi vida de cada día?

En el Evangelio de la Pasión, sin contar a Jesús, hay 18 personajes, unos con nombres concretos, otros son presentados como grupo, pero todos intervienen en este camino de cruz.

¿Con quién me identifico? ¿A quién me parezco? ¿Me parezco a Judas, a Pilato, a Pedro, al pueblo que condena, a los discípulos?

 

¿Quién eres tú, delante de Jesús que sufre? No puedes quedarte indiferente, no lo puedes hacer. Tienes que asumir una postura real, concreta ante Jesús que va camino del Calvario.

Son tantos personajes, son tantos nombres… ¿con quién te identificas?

Están los sumos sacerdotes, ancianos del pueblo, escribas, fariseos, algunos maestros de la ley, que habían decidido matar a Jesús. Esperan una oportunidad de apresarlo y condenarlo. Jesús había sido duro con ellos, les había llamado “sepulcros blanqueados”, había hecho ver sus pecados e incoherencias. ¿Soy yo como uno de ellos?

Está Judas, quien vende al Señor por treinta monedas, quien lo llama Maestro y le da un beso, un beso de traición. ¿Acaso soy como él? ¿No he vendido y traicionado a Cristo muchas veces con mis actitudes? ¿No finjo amar a Jesús y lo traiciono día a día con una vida sin Dios, sin mirar a los hermanos?

Están los discípulos que no comprenden las palabras de Jesús en la última Cena, que duermen y no pueden velar en oración. ¿Soy como ellos? ¿Comprendo lo que Jesús quiere en mi vida y lo que Él me dice? ¿Soy capaz de estar vigilante en mi vida cristiana? A veces tenemos una vida cristiana dormida, sin sentido, sin compromiso.

Está el discípulo que quiere resolver todo con la fuerza, el que corta la oreja al criado del sumo sacerdote. ¿Acaso no reacciono violentamente con los demás? ¿Mis palabras, mis gestos, mis acciones, son violentas?

Están los falsos testigos, los que son pagados para dar un testimonio en contra de Jesús. También puedo ser uno de ellos, con mi vida falsa, que busca quedar bien ante todos, pero es eso, una vida falsa, mentirosa.

¿O soy como Pilato? Lleno de cobardía y de miedos. Muchas veces sí, cuando veo que el ser cristiano me exige un compromiso real, me lavo las manos y no asumo mi responsabilidad y dejo condenar o condeno yo a los demás.

¿Me identifico con Pedro? Ese Pedro decidido pero cobarde al mismo tiempo. Ese Pedro que dice que no va a caer ni a negarlo, pero ante el miedo lo hace. ¿Cuántas veces he negado a Jesús ante los demás, ante el qué dirán? Quizás muchas veces he sido Pedro en mi vida.

Puedo ser también como la multitud, pagada, manipulada, que gritan que suelten a Barrabás… ¿Cuántas veces condeno a un inocente porque me dejo llevar por los demás? ¿Soy arrastrado por los otros?

Puedo ser como los soldados, que golpean al Señor, le escupen, lo insultan, se divierten con la humillación que le hacen. ¿Acaso no soy así en mi vida? ¿Acaso no ofendo muchas veces a los demás y me burlo de ellos?

Quizás sea como el Cireneo, que regresa del trabajo cansado, fatigado, que ayuda a cargar la cruz obligado, forzado, pero lo hace. ¿Ayudo a cargar la cruz de los demás?

¿Me identifico con los que pasan delante de la Cruz y se burlaban de Jesús? ¿Me identifico con los ladrones que también se burlaban?... ¿Con quién me identifico?

¿Me identifico con las mujeres valientes, que estaban al pie de la cruz, que sufrían en silencio? ¿O soy como muchos de sus discípulos que salieron corriendo, que se escondieron por miedo?

¿Soy como José de Arimatea, el discípulo que lleva el cuerpo de Jesús con amor para darle sepultura? ¿Sirvo y cuido el cuerpo de tantos hermanos que sufren hoy las consecuencias de la pandemia? ¿Lo hago con amor?

Queridos hermanos… muchos personajes, pero uno central: JESÚS, que da la vida, la entrega por amor y nos da la salvación.

Muchos personajes…pregúntate finalmente: ¿Dónde está mi corazón? Y vuelve a preguntarte: ¿Con cuál de estas personas me identifico? Que esta pregunta nos acompañe durante toda esta Semana Santa.

Vive el Misterio Pascual, que no termina en la Cruz sino en la Resurrección. ASÍ SEA.