“El día más feliz de mi vida, será aquel que pueda darla por ustedes”
Quito, 05 de diciembre de 2020
Comienzo esta homilía trayendo unas palabras de San Daniel Comboni, el gran obispo misionero: “El día más feliz de mi vida, será aquel que pueda darla por ustedes”.
Y hoy, Étienne, comienzas a dar tu vida de una manera especial. Ya la has ido entregando. El dejar tu tierra africana, tu familia, tus costumbres, el ir haciendo tuya una nueva tierra y una misión, es un ir dando la vida. Pero, el Señor te pide hoy una nueva entrega, una entrega que llegará dentro de poco a la entrega total en el sacerdocio.
Hoy comienzas un camino de disponibilidad para la acción, mansedumbre en tu ministerio y perseverancia en la oración. Estas tres actitudes te mantendrán firme y harán que tu servicio diaconal sea auténtico.
¿Qué te puede decir a ti este Obispo que hoy te conoce? Quiero decirte algo que llegue a tu corazón y a tu vida, una palabra cercana que ilumine tu vida, hoy de Diácono y mañana de Sacerdote. Te diré tres cosas concretas:
SER SERVIDOR DE CRISTO
La misión de los siete diáconos sería la del servicio. El Diácono es SERVIDOR… un “servidor de Cristo”.
Siempre en nuestras vidas estamos llamados a servir. Quien anuncia a Jesús está llamado a servir y el que sirve anuncia a Jesús.
Jesús debe ser tu MODELO en el servicio pues Él, ha sido el primero que nos lo ha mostrado, “se ha hecho nuestro siervo”. Jesús, “no ha venido para ser servido, sino para servir”.
Francisco nos dice: “si evangelizar es la misión asignada a cada cristiano en el bautismo, servir es el estilo mediante el cual se vive la misión, el único modo de ser discípulo de Jesús”.
Tú eres misionero, sirve sin cansarte, sirve humildemente, sirve con alegría, sirve a tiempo y a destiempo, sirve dando todo de ti mismo, sirve sabiendo que servir te llevará a abrazar la cruz de Cristo. Recuerda que, “las obras de Dios nacen, crecen y florecen al pie de la cruz” (Comboni).
VIVE EN DISPONIBILIDAD
En este servicio estás invitado a vivir la disponibilidad. El que sirve aprende cada día a RENUNCIAR a disponer todo para sí y a disponer de sí como quiere.
Tienes que ejercitarte cada mañana en dar la vida, en pensar que todos tus días no serán tuyos, sino que serán para vivirlos como una entrega de ti mismo a los demás.
Y ello te lleva a ser disponible y a saber renunciar. Disponible con tu vida misma… disponible en tu propio tiempo.
Yo te diría que de ahora en adelante el tiempo “no te pertenece”, le pertenece a los demás, le pertenece a los pobres, a los débiles, a los hermanos y hermanas que el Señor irá colocando en tu camino. El que sirve sabe que su tiempo no le pertenece, sino que es un don recibido de Dios para entregarlo generosamente a los demás.
No solamente que el tiempo no te pertenece, sino que, desde ahora, tú no te perteneces, deberás ser todo para los demás. Tu vida, toda tu vida será para los demás. Y ahí, haces vida lo que decía Daniel Comboni: “Tendremos que fatigarnos, sudar, morir, pero al pensar que se suda y se muere por amor a Jesucristo y la salvación de las almas más abandonadas de este mundo, encuentro el consuelo necesario para no desistir en esta gran empresa”.
No desistas Étienne en esta gran empresa de servir y de dar la vida. No mires atrás, mira siempre hacia adelante, mira a los que debes servir, mira a los pobres y abandonados que piden la entrega de tu vida toda, que esperan de ti y quieren de ti coherencia, autenticidad y sobre todo, alegría en el servicio.
Y esta disponibilidad te pedirá siempre RENUNCIA. ¿Renunciar a qué?...
Renunciar a la tierra, a esa África inmortal por la que Comboni dio su vida. Él quiso “Salvar África por medio de África”, pero ahora la frontera se ha abierto. Tú, con corazón africano, vienes a salvar esta tierra americana, a dar la vida sirviéndola y a evangelizarla a través de tu servicio.
Renunciar a lo material para vivir la pobreza del servidor, la pobreza al estilo de Jesús que nació pobre, vivió pobre y murió pobre en una cruz.
Renunciar a querer ir donde tú quieras y comprender que la obediencia es el camino que te señala el Señor para tu vida de servicio de hoy en adelante.
Renunciar a pensar que mereces un premio o una paga por el servicio que prestas… yo estoy convencido de que el premio y la paga no será aquí, sino nos lo dará el Señor cuando hayamos sido servidores “fieles”.
Renunciar al amor de una mujer, a la realidad de ser padre de pocos para convertirte con amor pleno en padre de una multitud a la que Dios te irá enviando.
¿Estás dispuesto a estas renuncias? Si no lo estás me lo dices ahora… y paramos todo, no hay problema. No quisiera ordenarte Diácono sin tú estar consciente de lo que ello significa y a lo que ello te compromete… ¿ESTÁS DISPUESTO?
SIRVE EN AMOR
Te he dicho que el estilo del cristiano es el servicio, pero recuerda que es un servicio EN AMOR y POR AMOR. Jesús en el Evangelio nos pide permanecer en su amor.
Jesús nos da un mandamiento, que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado.
La vida querido Étienne, se entrega en amor… nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos… Da la vida toda a ejemplo del Señor, no te guardes nada para ti. La cruz es la prueba máxima de amor de Jesús… así tu vida entregada y dada en plenitud será el testimonio de todo tu amor en la misión.
Recuerda que eres muy querido por Dios, amado y elegido por Él y estás llamado a servir. Sí, eres elegido del Señor y Él te destina para que vayas y des frutos, frutos abundantes, frutos de servicio, de disponibilidad, de entrega y de amor.
Ten siempre un corazón limpio y transparente, aseméjate cada día al Señor, que no te llama siervo, SINO AMIGO.
Cada día en tu oración pide esa disponibilidad y un corazón grande para no tener temor de ser siempre servidor de Cristo y saber “encontrar a Cristo y acariciar la carne del Señor en los pobres de hoy”.
Pon en tu oración las fatigas, los imprevistos, cansancios, incomprensiones, dudas, frustraciones y las esperanzas. Ten una oración verdadera, que te lleve al Señor y el Señor te llevará a la vida.
Cuando sirvas en la Eucaristía, encuentra la presencia de Jesús que se te entrega, para que así tú puedas darte a los demás.
MARÍA, servidora alegre, siempre atenta a las necesidades de los demás, te acompañe cada día y sea también modelo para ti. Recuerda el amor de Comboni por María. Él decía: “No podemos temer nunca cuando tenemos una madre poderosa y amante que vela por nosotros”. ASÍ SEA.