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“EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO”

Homilía del IV Domingo de Adviento

Quito, 20 de diciembre de 2020

 Hemos llegado al cuarto y último Domingo de Adviento. Hemos recorrido el camino de Adviento viviendo la ESPERANZA, FORTALEZA, ALEGRÍA en los tres domingos anteriores y, hoy les propongo vivir la UNIDAD.

La liturgia en este cuarto domingo de Adviento, quiere prepararnos a la Navidad, que ya está muy próxima, invitándonos a meditar el relato del anuncio del Ángel a María.

El Arcángel Gabriel revela a María la voluntad del Señor, que ella se convertirá en la madre de su Hijo unigénito: “Concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo”. Este anuncio cambiará la vida de esta muchacha, es que Dios cambia muchas veces los planes de uno, pero debemos aceptar esos planes y hacerlos nuestros, como lo hizo María.

¿Qué escucha María? Lo primero que escucha es “ALÉGRATE”. Y, es lo primero que tenemos que escuchar también hoy. Sí, debemos alegrarnos, a pesar de tanto dolor y tanta tragedia que estamos viviendo por esta tormenta del covid 19.

Debemos alegrarnos porque nos preparamos a celebrar la Navidad. Nos falta alegría en nuestras vidas de cristianos. Nos falta la alegría de estar abiertos a Dios, de saber que Jesús es la buena Noticia. Nos falta la alegría de sentirnos y ser seguidores del Señor. Cuando falta la alegría, nuestra fe pierda frescura y pierde compromiso. Creo que es urgente despertar la alegría en cada uno de nosotros y en cada comunidad parroquial.

Lo segundo que escucha María es “NO TEMAS”. Son muchos los miedos que hoy nos paralizan, sobre todo el miedo a un futuro incierto a causa de la pandemia y no debemos dejar de decirlo, el miedo a morir a causa de esta pandemia. El miedo nos está haciendo mucho daño, nos impide caminara hacia el futuro con esperanza. Sabemos que está ahí este mal, debemos cuidarnos, pero no debemos temer. No puede morir en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades parroquiales la esperanza y la fe en el Señor.

Y lo tercero que escucha María, y que quiero resaltar es: “EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO”. No es fácil la alegría hoy, tenemos miedo y hemos sufrido y estamos sufriendo mucho, pero, no debemos olvidar que la paz y la verdadera alegría nace de la confianza en Dios. Cada uno de nosotros debe tener claro de que el Señor está con él. No estamos solos, no estamos huérfanos. Creemos en un Dios Padre que nos acompaña, nos defiende y busca siempre el bien de todo ser humano. Dios está con nosotros y ahí radica nuestra confianza.

Ella escucha estas palabras, ¿Cómo reacciona? Francisco nos invita a fijar nuestra mirada sobre esta sencilla muchacha de Nazaret. Ella se vuelve disponible al mensaje divino, con su “sí” hace suya la voluntad de Dios y en este “sí”, podemos captar dos aspectos esenciales de su actitud, que es para cada uno de nosotros, modelo de cómo debemos prepararnos a la Navidad.

La primera actitud, es “su actitud de fe”, que consiste “en escuchar la Palabra de Dios para abandonarse a esta Palabra con plena disponibilidad de mente y de corazón”.

Al responder al Ángel María dijo: “Yo soy la sierva del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”. Su “sí” está lleno de fe. “María no sabe por cuáles caminos deberá aventurarse, cuáles dolores deberá padecer, cuáles riesgos afrontrar. Pero es consciente que es el Señor quien pide y ella se fía totalmente de Él, se abandona a su amor. Ésta es la fe de María” (Francisco).

La segunda actitud de María es la capacidad de reconocer el tiempo de Dios. Ella, que con su “sí” ha hecho posible la encarnación del Verbo. Francisco nos dice que “María nos enseña a comprender el momento favorable en que Jesús pasa por nuestra vida y pide una respuesta rápida y generosa”.

Y Jesús pasa. “En efecto, el misterio del nacimiento de Jesús en Belén, que se produjo históricamente hace ya más de dos mil años, se produce como evento espiritual, en el “hoy” de la Liturgia. El Verbo, que encontró morada en el seno virginal de María, en la celebración de la Navidad viene a llamar nuevamente al corazón de cada cristiano. Pasa y llama. Cada uno de nosotros está llamado a responder, como María, con un “sí” personal y sincero, poniéndose plenamente a disposición de Dios y de su misericordia, de su amor”. (Francisco).

Y Jesús pasa por nuestras vidas, y muchas veces no nos damos cuenta, porque estamos muy ocupados en nuestras cosas, en los apuros de este mundo, y a pesar de la pandemia, en tantos preparativos para la Navidad, hay mucha bulla en este tiempo y la Navidad debe ser un tiempo de silencio, no de bulla, para escuchar al Niño que viene y que va a pasar por nuestro corazón pidiendo acogida, pidiendo un “sí”, como el de María.

Y hoy también es para esta comunidad parroquial de la Santísima Trinidad, un día de alegría y lo es para el corazón del P. Juan Carlos. Él celebra hoy sus diecisiete años de sacerdocio. Supo escuchar a Dios, quien le cambió sus planes, lo escuchó en su adolescencia e inició un camino confiando plenamente en Él. Y un 20 de diciembre de 2003 dijo un “sí” definitivo, total, pleno y se consagró a hacer el bien a los demás.

Gracias, querido Juan Carlos, por tu amistad sincera, tu cercanía, tu ser sacerdotal, tu entrega generosa a tu parroquia y a la Arquidiócesis como Vicario Episcopal, gracias también por tu servicio pleno a la Iglesia Ecuatoriana como Secretario Ejecutivo de la Comisión de Magisterio y también ahora como Director del Instituto Teológico Pastoral.

No miremos al pesebre, CONTEMPLEMOS el pesebre. “En el misterio de la Navidad, junto a María está la silenciosa presencia de San José… El ejemplo de María y de José es para todos nosotros una invitación a recibir, acoger, con total apertura del alma, a Jesús, que por amor se ha hecho nuestro hermano” (Francisco).

En esta Navidad te invito a encontrar a Jesús, pero, no encontrarás a Jesús en el nacimiento si lo has perdido en tu corazón. Es ahí donde tienes que buscarlo. En tu corazón Dios ha hecho su primer pesebre. Búscalo ahí, Si ahí no vive, tampoco lo encontrarás aquí, en este pesebre o en el pesebre de tu casa.

Encontrémonos con María, con José y con Jesús… celebremos la Navidad acogiendo el gran amor de un Dios que se hace hombre por salvarnos. ASÍ SEA.