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Ella, es nuestra Madre, Madre de la Paz

HOMILÍA EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DE EL QUINCHE

El Quinche, 21 de noviembre de 2022

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Estamos aquí hoy con mucha alegría, estamos para celebrar a nuestra Buena Madre de El Quinche y hacerlo sin restricciones sanitarias. Celebramos por eso con mucho gozo en el corazón y han llegado en estos días sus miles de devotos caminando y con la mirada puesta en los ojos de Ella.

Está aquí, nos mira, esta pequeña imagen, pero grande para todos nosotros. Está aquí esta escultura de Diego de Robles que tiene un color mestizo, síntesis del alma del Inca y del español. Su fina nariz está enmarcada por un delicado rostro ovalado de labios delgados y boca pequeña; sus ojos achinados, los párpados entrecerrados o caídos y su mirada triste, que a mí me impresiona mucho y me hace llorar.

Esta “pequeñita”, como mucha gente sencilla la llama, tiene a sus pies la peana y la gran media luna, ambas de plata pura. Está adornada con corona de oro y de piedras, fruto de la generosidad de sus devotos, pero Ella, no es una reina lejana e indiferente. Todo lo contrario, Ella es una Reina del corazón de cada uno de nosotros. La llamamos Reina y la queremos así, reinando en nuestras vidas y reinando en nuestro Ecuador.

Y tiene en sus brazos a su Hijo. El rostro de Jesús evoca las facciones de los niños mestizos de estas serranías. Es la madre que toma con ternura a su Hijo, es la madre que cuida y protege a su Hijo, y en ese niño estamos cada uno de nosotros, sí, estamos en sus brazos, en su mirada y en su corazón.

Y a Ella, en esta Fiesta, venimos con nuestras angustias, nuestros dolores, nuestras necesidades y también nuestras alegrías. Todo lo que hay en nuestro corazón, un corazón que sufre y ríe, lo depositamos en su corazón materno. Ella nos mira, baja su mirada hacia nuestras vidas, y nos mira como madre y lo hace con una ternura infinita y con profunda misericordia y amor.

Yo quisiera decir hoy que de manera especial traemos el sufrimiento de este nuestro pueblo ecuatoriano, el sufrimiento de nuestro querido país. Es un sufrimiento hecho violencia, sicariato, muerte, narcotráfico y víctimas inocentes. Es un sufrimiento que clama al cielo y que hoy quiere elevar sus lágrimas y su dolor ante Ella, ante nuestra querida Virgen de El Quinche.

¿Qué pedimos hoy a la Virgen? PEDIMOS PAZ. Hoy elevamos nuestro grito y nuestra oración de PAZ. Ante la violencia y la división que vivimos queremos paz. Ante los intereses particulares y partidistas, decimos paz. Ante la falta de diálogo y de escucha, gritamos paz.

La paz solamente se puede construir si sabemos respetar al otro y sabemos verlo como hermano. El Papa Francisco nos lo dice claramente: “Respetémonos y amémonos los unos a los otros como hermanos y hermanas… ése es el camino para la paz”.

Además, el Papa nos señala un camino exigente: “Para conseguir la paz se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra. Se necesita valor para para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al diálogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones”.

Los Obispos del Ecuador en un comunicado reciente, al que hemos titulado “¡La Paz triunfará!”, hacemos un llamado a todos y les “Exhortamos a todos los cristianos, a no bajar los brazos, a no ceder a la tentación de ser parte de la violencia, a no hacerle el juego al miedo…” Y, de manera especial, nuestra voz va dirigida a todos los responsables de esta violencia: a los hombres y mujeres criminales. A ellos, tomando palabras del Papa Francisco, les decimos: “Por favor, cambien de vida, conviértanse, deténgase, dejen de hacer el mal. Esta vida que viven ahora, no les dará placer, no les dará alegría, no les dará felicidad. El poder, el dinero que ustedes ahora tienen de tantos negocios sucios, de tantos crímenes mafiosos, es dinero ensangrentado, es poder ensangrentado, y no podrán llevarlo a la otra vida. Conviértanse, aún hay tiempo, para no acabar en el infierno. Es lo que les espera si siguen por este camino”.

Hay mucha sangre derramada en este Ecuador al que amamos. Yo me pregunto, ¿Seremos capaces como hermanos de este pueblo vivir con actitud valiente para ser constructores de paz? Y me respondo que SÍ. Y lo hago, porque pongo en manos de María, la Reina de la Paz, un camino de encuentro para lograr construir la paz. Es urgente la paz, es urgente que termine la violencia, es urgente que cesen las muertes. Que esta sea hoy nuestra oración a Ella, a nuestra Madre, Madre de la Paz.

María es el camino para la Paz, una paz auténtica, una paz que nace del corazón, una paz que nos da su Hijo Jesús. Tengamos el “coraje” de decir “sí” a todo camino y encuentro que construya la paz…basta de la violencia criminal que mata, basta ya, no sigan manchando sus manos de sangre. Basta ya, somos hombres y mujeres de paz y queremos vivir en paz.

También hoy, en esta Fiesta, es un momento oportuno para decir que no podemos perder la esperanza, si la perdemos entonces sí que la violencia habrá ganado y no, no puede ganar, no nos puede vencer. Por eso, repito las palabras de los Obispos cuando decimos que, “…el sentido de fraternidad poco a poco triunfe sobre la división, en todas las conciencias y corazones… sólo desde allí podremos curar, volver a sanar los comportamientos, las relaciones, las decisiones, el tejido social, de modo que la justicia y la paz gane espacio, se amplíe, se arraigue, y ocupa el sitio de la iniquidad y la violencia”.

Y ante ti, mi Buena Madre de El Quinche, hago mía esta oración: “Virgen María, Madre de El Quinche… enséñame a amar, como lo hiciste tú, para vivir en paz y con serenidad; enséñame a esforzarme, como tú, Madre, para cumplir las metas señaladas por Dios. Enséñame a entregarme, y ser para los demás, las manos de Dios. Enséñame a vivir con respeto a los hermanos ya que en ellos está la persona de Jesús; enséñame a orar para mantener el contacto con tu Hijo Divino; enséñame a descubrir y cumplir la voluntad de Dios, ser feliz y llegar a mi plenitud”.

Muchas cosas debes enseñarnos, y sé que lo harás, porque eres Madre y una madre jamás se olvida de sus hijos. Míranos hoy, mira nuestro corazón, escucha nuestra oración y pide a tu Hijo el don de la PAZ. ASÍ SEA.