“Llevar en el corazón a la Arquidiócesis”
Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb
Quito, 03 de mayo de 2021
Siempre digo que “celebrar” es “ver hacia atrás”, ver el camino recorrido, pero de manera especial es un ver “hacia adelante”, lo que se está por recorrer y por construir.
Llegué a Quito con el corazón roto por dejar Loja, “mi primer amor”, Al despedirme y al llegar a la “Carita de Dios”, fui claro, “Loja queda atrás, ahora veo este “mar inmenso” que Dios pone en mis manos y en el que debo ser pescador de hombres”.
No han sido fáciles estos dos años; de los 24 meses, 14 meses en pandemia. Pero esta pandemia, que nos ha hecho sufrir a todos y que golpeó fuertemente a la Arquidiócesis y de manera particular a los sacerdotes, ha servido también para fortalecer un camino de UNIDAD. Caminamos unidos, hemos ido creando, sembrando y construyendo la unidad, como un don precioso en nuestra Iglesia que peregrina en Quito.
Un sacerdote me agradecía ayer por “llevar en el corazón a la Arquidiócesis” Lo he dicho siempre, soy un pastor “apasionado”. Trabajo con y desde el corazón. Si no pongo el corazón no hago nada, no construyo nada. Y ese corazón pastoral es el que me ha permitido acercarme a todos, de manera especial a mis hermanos Danilo y David y a cada uno de los sacerdotes de la Arquidiócesis aquí representados por ustedes.
Hoy en este día de la Fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago el Menor, el Evangelio nos recuerda las palabras de Felipe a Jesús: “Muéstranos al Padre y nos basta” Y Jesús le responde en tono de reproche: “Hace tanto que estoy con ustedes, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”
Juan nos centra en la persona de Jesús, que es el “camino, la verdad y la vida”. Hay un conocido poema, hecho canción, que nos habla que “no hay camino”, que el camino se hace al andar. Estoy de acuerdo que el camino se va haciendo al andar, pero SÍ HAY CAMINO, el camino es Jesús.
Los discípulos se desconciertan con las palabras de despedida del Señor. No entienden dónde va ni saben cómo seguirle, aunque lleven ya mucho tiempo con Él. Nosotros pudiéramos preguntarnos hoy: ¿A dónde me lleva mi fe? ¿En quién pongo mi esperanza? ¿Qué amor me mueve? ¿Sigo el camino del Señor? ¿He descubierto la gran verdad de Jesús en mi vida? ¿La vida de Jesús es nuestra vida?
Debemos recorrer el camino del Señor y como Arzobispo, como padre de esta gran grey, debo ser yo el primero que descubra ese camino y que lo señale a los demás.
El camino del encuentro con Jesús será el que nos vaya conduciendo a la Vida, y el que nos lleve al Padre. El único camino para llegar al Padre es Jesús. El Dios en quien creemos es el Dios que nos predicó Jesús. Y es lo que alimentará esas “obras que podemos hacer” en la evangelización.
Juntos debemos estar en esta búsqueda del camino, juntos debemos “ver al Padre”, juntos debemos ir sembrando el Evangelio y haciendo obras de vida, obras de amor, obras de servicio y de solidaridad.
Juntos debemos pedir al Padre, es que juntos construimos esta Arquidiócesis, no la construyo yo sólo, la hacemos juntos, caminamos juntos con alegría, con pasión, con fortaleza y en salida.
Hoy reitero mi compromiso como Obispo de Quito. Reitero mi deseo y mi esfuerzo de ser ese “buen pastor” a imagen del “Buen Pastor” que es Cristo.
Quiero ser siempre ese buen pastor con estilo salesiano, porque esa es la riqueza que puedo aportar a esta Arquidiócesis a la que he hecho mía y a la que me entrego plenamente.
Quiero ser ese pastor que se acerca, que es capaz de conmoverse, que no se avergüenza de tocar la carne herida, que se alegra en su misión.
Quiero ser ese pastor que sabe ver la realidad, que llama por el nombre, que dialoga, construye puentes, derriba muros, escucha, vive y siente, que se apasiona en su misión y que busca siempre salvar y dar vida.
Francisco nos dice que “un buen pastor está siempre cerca… un buen pastor es el que sabe dejar a las demás y va a buscar a la que está perdida”. Quiero ser ese pastor cercano, que camina con todos, que busca comprender a todos, de manera especial a mis queridos sacerdotes. Comprenderlos en su debilidad, comprenderlos y amarlos como son.
Quiero ser un pastor con corazón que se conmueve ante el que sufre. Es que todo buen pastor debe conmoverse con lo que ve, con lo que escucha, con lo que palpa… no puedo ser indiferente y no lo soy, eso lo saben ustedes.
El conmoverse implica meterse en la realidad, poner todo su corazón, su mente, su ser, para ir hacia esa realidad y transformarla, para acercarse a las personas buscándolas levantarlas, curarlas y salvarlas. Es lo que he venido haciendo desde el primer día, tratando de comprender la realidad de esta Iglesia quiteña, no solo comprenderla, sino amar esa realidad y desde ese amor hacerla nueva, transformarla.
No he querido ser nunca distante de nadie, he querido ser siempre cercano y acercarme siendo portador de la misericordia y de la ternura de un Dios que nos ama y nos salva.
He buscado ser un buen pastor que construye familia, una gran familia entre los sacerdotes, una familia junto con todos los que trabajamos en la Curia, una familia con los catequistas, con los agentes de pastoral, con los religiosos, con todos los fieles. Vivo siempre ese espíritu de familia, que es un espíritu de cercanía, de saber compartir las alegrías y los problemas, de reír y de llorar, y hemos llorado mucho en este tiempo de pandemia.
Quiero hacer vida lo que Francisco nos pide a los Obispos: “ser humildes, mansos, servidores y no príncipes”, y también sobre aquello que no debemos ser: arrogantes, soberbios, coléricos y apegados a lo material. Busco ser, como Obispo, “… capaz de dar hospitalidad, de amar el bien, de ser sensato, justo, santo, dueño de sí mismo, fiel a la Palabra digna de fe que me ha sido enseñada”.
Quiero ser siempre un Obispo que vive la alegría, a pesar de tantas dificultades. Ser siempre un Obispo que camine, con la actitud que nos pide Francisco: manteniendo la mirada fija solamente en el señor Jesús, unido a Él, Señor de la Vida. Les pido oraciones para que pueda ser siempre ese Obispo, pastor de todos, pastor sencillo, alegre, hombre de fe, pastor que sabe amar como amó Cristo.
Hay mucho por caminar, seamos capaces de soñar el futuro, soñarlo juntos para hacer de Quito una verdadera comunidad de Cristo. ASÍ SEA.