“Sed santos, porque yo soy santo”
Homilía en la fiesta de Santo Domingo Savio
Quito, 06 de mayo de 2020
- Hoy la Iglesia celebra la Fiesta de Santo Domingo Savio. Es fiesta de la Iglesia y es fiesta para toda la Familia Salesiana en el mundo entero.
- Don Ángel Fernández, Rector Mayor de los Salesianos nos dice: “Domingo Savio, cuya fiesta celebramos hoy, fue un muchachito que con 13 años dijo: “yo quiero hacer lo mejor que pueda con mi vida, quiero ofrecer lo mejor al Señor”, y Don Bosco lo ayudó… Él fue un muchachito despierto, que entendió que lo mejor de su vida sería ser un buen hijo de Dios”.
- Domingo Savio, alumno de Bosco, forjará su santidad en el esfuerzo personal, en una unión con el Señor, en su amor a la Virgen, en la alegría y en el estricto cumplimiento de sus deberes.
- Es significativo el primer encuentro entre estos dos santos, y que hoy quiero traerlo a ustedes, que quizás conocen poco de la vida de este santo, un santo adolescente, es que para la santidad no hay edad, hay tarea… y eso entendió Domingo, que la santidad es una tarea por hacer.
- Era el primer lunes de octubre de 1854. Domingo Savio va junto a su padre a ver a Don Bosco, en un momento determinado se da el siguiente diálogo:
- “Después de un buen rato de conversación, y antes de que yo llamara a su padre, me dirigió estas textuales palabras: -Y bien, ¿Qué le parece? ¿Me lleva usted a Turín a estudiar? -Ya veremos; me parece que eres “Buena Tela”. -¿Y para qué podría servir el paño? -Para hacer un hermoso traje y regalarlo al Señor. -Así, pues, yo soy la tela; sea usted “El sastre”; lléveme pues, con usted, y hará de mí un traje para el Señor”.
- Y vaya que fue “buena tela” y el traje fue magnífico. Se propuso ser santo y lo consiguió. Ya había escuchado de Don Bosco la prédica a ellos en abril de 1855 en que les habló de la santidad, de que todos debemos ser santos, que es necesario ser santos y de que era fácil ser santo. “Desde aquel momento Domingo Savio empezó a soñar. Y su sueño fue la santidad” (Teresio Bosco).
- Francisco nos recuerda el llamado a la Santidad en su Exhortación Apostólica “Alegraos y Regocijaos”: “Lo que quisiera recordar… es sobre todo el llamado a la santidad que el Señor hace a cada uno de nosotros, ese llamado que te dirige también a ti: “Sed santos, porque yo soy santo”… “Cada uno por su camino”, dice el Concilio”. Hay muchos modelos de santidad en la Iglesia, algunos no pueden parecer inalcanzables, esto no debe desalentarnos y no debemos copiarlos, porque, como dice Francisco: “… esto hasta podría alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para nosotros”.
- Domingo Savio encontró su camino de santidad. El 24 de junio, onomástico de Don Bosco, día de fiesta en el Oratorio, el santo les dice a los muchachos: “Escriba cada uno en un papelito el regalo que desea recibir de mí. Les aseguro que haré lo posible para contentarlos”.
- Cuando leyó los papelitos, se encontró con peticiones serias y sensatas, las hubo también extravagantes, que le hicieron sonreír. En el papelito de Domingo Savio no había más que cuatro palabras: “Ayúdeme a hacerme santo”.
- Don Bosco tomó en serio aquellas palabras. Llamó a Domingo y le dijo:
- “Quiero regalarte la fórmula de la santidad. Hela aquí: Primero, alegría. Lo que conturba y roba la paz, no viene de Dios. Segundo: tus deberes de clase y de piedad. Atención en la escuela, entrega en el estudio, entrega a la piedad. Todo ello por amor al Señor y no por ambición. Tercero: hacer el bien a los demás. Ayuda siempre a tus compañeros, aunque te cueste algún sacrificio. En eso, está toda la santidad”.
- Este fue el camino o la “receta” de santidad de Domingo y es el camino de la santidad salesiana. Es conocido su propósito ya anterior, cuando hizo su Primera Comunión: “Antes morir que pecar”. Y en la escuela de Don Bosco llegó a afirmar: “Aquí nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegre”.
- La santidad de Domingo fue una santidad de la alegría, la alegría que brota del corazón cuando se tiene a Dios en él y cuando se entrega totalmente a los demás. Y para llegar a ser santos, no hay que estar “ociosos”, como nos dice la primera lectura, y también, allí nos invita Pablo a “estar siempre alegres”, a ser constantes en la oración y a no apagar el Espíritu.
- Francisco nos presenta una santidad que él llama de la “puerta de al lado”. Es que cuando hablamos de santidad pensamos en los beatos y en los santos, en los ya canonizados. Y hay muchos, muchos, que son santos, una santidad de cada día.
- En su Exhortación Apostólica nos señala el camino de esa santidad ordinaria: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo… Esa es muchas veces la santidad “de la puerta de al lado”, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios…”.
- También nos dice: “¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales”
- Y si la hubiera escrito hoy esa Exhortación, sé que hablaría de los médicos, enfermeras, personal sanitario, policías, bomberos, militares, recogedores de basura y de todos aquellos que están allí en primera línea sirviendo a los demás. Y sí lo hizo, unas palabras a los jóvenes fueron muy claras: Queridos jóvenes. Miren a los verdaderos héroes que salen a la luz en estos días. No son los que tienen fama, dinero y éxito, sino son los que se dan a sí mismo para servir a los demás… deben sentirse llamados a jugarse la vida: no tengan miedo de gastarla por Dios y los demás: ¡La ganarán!”.
- Termino con una frase del Superior Mundial de los Salesianos: “Tienen que dar lo mejor de sus vidas y tienen que tener sueños e ideales como ocurrió con Don Bosco y Domingo Savio… cuando uno solo piensa en sí mismo solo les espera después la soledad. Cuando uno entiende la vida como algo para donarlo, para darla, es fascinante”.
- Esta Fiesta de Domingo Savio, nos invita a todos a seguir dando alegría, pero dándonos, a compartir, como compartió un joven sus panes y peces para que se dé el milagro, viviendo para los demás y viviendo una serena pero profunda fe. ASÍ SEA.