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“Un buen pastor se acerca a los descartados”

HOMILÍA EN EL CUARTO DOMINGO DE PASCUA

Quito, 08 de mayo de 2022

Por Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Con mucha alegría vuelvo nuevamente a esta Parroquia “Santa María del Camino”, y vengo en este cuarto domingo del tiempo de Pascua, domingo llamado del “Buen Pastor”, a posesionar a su “pastor”, al P. Dairo Romero y a su Vicario Parroquial, el

P. Alfredo Cedillo.

Damos gracias a Dios por toda la misión y labor pastoral de los Padres Vocacionistas en estos años que estuvieron sirviendo en esta parroquia, de manera especial, agradezco al P. Alexander Taborda, último párroco.

Me parece una “dioscidencia”, no simplemente una “coincidencia”, de que ustedes, queridos Dairo y Alfredo, asuman oficialmente su misión en este día del “Buen Pastor”, un domingo en que las lecturas nos hablan de misión, de envío, de aceptación de la Palabra como también de rechazo de la predicación. Hay varias actitudes mezcladas, actitudes que se siguen dando en nuestro tiempo y que pueden darse aquí.

La primera lectura nos habla de Pablo y Bernabé que inician sus primeros pasos en la misión evangelizadora, igual que ustedes dos aquí. Son enviados por la comunidad de Antioquía de Siria, donde por primera vez se les llamó “cristianos” a los seguidores de Jesús. ¿Qué hacían Pablo y Bernabé? Predicaban la Palabra y exhortaban a todos a ser “fieles a la gracia de Dios”. Ellos entendían que esta fidelidad a la gracia implicaba nada más y nada menos que aceptar a Jesús de Nazareth como el Mesías y el Salvador. Muchos acogían la predicación, pero, no son los judíos los que acogen con alegría el mensaje sino los paganos, los no judíos; más bien, son perseguidos y expulsados del territorio.

Todos deberíamos preguntarnos: ¿Cómo recibo la novedad del Evangelio? ¿Cómo reacciono hoy al mensaje de la Iglesia? ¿Cómo reacciono a las constantes invitaciones del Papa Francisco sobre la sinodalidad?

No siempre el mensaje es bien recibido, eso lo van a experimentar ustedes, queridos Dairo y Alfredo. Siempre hay quienes rechazan, quienes no quieren cambiar nada, quienes viven del pasado, pero les aseguro que serán más, muchos más, los que acepten el mensaje de ustedes, porque estoy seguro de que no se predicarán a sí mismos, sino que predicarán a Cristo Vivo.

Y en este domingo Jesús se nos presenta como el Buen Pastor que cuida de sus ovejas. Difícil hablar hoy de pastor y ovejas, pero no pierde fuerza la metáfora para nosotros cristianos y nos compromete a todos. Jesús nos recuerda que estando con Él nunca nos sentiremos solos. Nos conoce por nuestro nombre, nos carga sobre sus hombros cuando estamos débiles, nos cuida y nos protege de los peligros y de los lobos con piel de cordero, nos mantiene unidos frente a todos los riesgos que conlleva dispersarse y abandonar a las personas de referencia.

Además, hoy también se nos recuerda que sin comunidad no hay vida cristiana y sin Jesús como referencia comunitaria, no hay ni unidad ni fraternidad posible.

Recordemos que creer en Jesús es saber que tenemos un Buen Pastor que da la vida por nosotros, que Él carga con nuestras debilidades y nos orienta y guía hacia un futuro en el que se colman las esperanzas. Nuestra opción debe ser escuchar a Jesús y seguirlo, entonces, Él será nuestro Pastor y recibiremos la vida eterna, por lo tanto, es el motivo de nuestra verdadera alegría.

Sean, Dairo y Alfredo, como Jesús, esos “buenos pastores” en medio de esta comunidad que la Iglesia les confía. ¿Qué implica para ustedes ser pastores hoy aquí y ahora? ¿Qué les pide el Señor a ustedes al iniciar esta misión?

Traigo palabras del Papa Francisco que señala tres cualidades del “buen pastor”: “Un buen pastor siempre es cercano”. Sean cercanos a su comunidad, vivan esta actitud de cercanía, y ser cercanos implica también salir, acercarse, no esperar que los otros se acerquen, sino ustedes acercarse a todos.

“Un buen pastor tiene la capacidad de conmoverse”. No sean pastores fríos, indiferentes frente al dolor de su comunidad, de sus fieles. Tengan un gran corazón, un corazón sensible que vibra y siente, que ama y consuela.

Por último, Francisco subraya que “Un buen pastor se acerca a los descartados”. Nos dice que, “Es una gracia para el pueblo de Dios tener buenos pastores, pastores como Jesús, que no se avergüenzan de tocar la carne herida, que saben que sobre esto seremos juzgados: estuve hambriento, estuve en una cárcel, estuve enfermo. Los criterios del protocolo final son los criterios de la cercanía, los criterios de esta cercanía total, tocar, compartir la situación del pueblo de Dios”.

A esta comunidad parroquial, al posesionar a estos “buenos pastores”, les pido que sepan AGRADECER por el P. Alexander, quien “pasó haciendo el bien” por esta parroquia. Sepan ACOGER al nuevo Párroco y al nuevo Vicario Parroquial; les pido de manera especial NO COMPARAR, cada uno es cada uno, no digan “el padre tal hacía así” o “siempre se ha hecho así”. Además, estén dispuestos a COLABORAR y seguir apoyando con el trabajo pastoral y, por último, les pido ORAR por el anterior párroco y por los nuevos sacerdotes de la parroquia, y si les queda tiempo, también oren por mí.

A ti Dairo te doy ahora los 10 Mandamientos del Párroco, sí, 10 mandamientos además de los otros mandamientos. Debes SALIR, no salgas solo, sal con tu pueblo, evangeliza a tu pueblo y con tu pueblo, no te quedes sentado, instalado. Vive la TERNURA y CERCANÍA, esto te compromete a estar en medio de tu pueblo, a darles tu amor, tu corazón de pastor.

Ten siempre una ACTITUD DE MISERICORDIA, acógelos, compréndelos, ten ese corazón misericordioso como Dios nuestro Padre. No te olvides de PREGUNTAR, de conocer lo que se ha hecho, además, no dejes de RESPETAR el trabajo realizado por el anterior párroco, eso te llevará a analizar, conversar, escuchar y mirar lo realizado.

Después de esto, ten CREATIVIDAD, pon nuevas ideas, nuevas iniciativas, marca tu huella, pero no lo hagas solo, debes TRABAJAR EN EQUIPO, recuerda que eres el centro de una comunidad, no trabajas solo, hay equipos pastorales, grupos parroquiales, involucra a todos. Pon PASIÓN en lo que haces, es decir, pon CORAZÓN. Corazón para con todos, corazón en los sacramentos, corazón con los movimientos laicales, jóvenes, catequistas.

Por último, debes ORAR por tu pueblo y con tu pueblo. Que el Señor sea la fuerza de tu ministerio parroquial y no olvides que en este servicio estás llamado a la SANTIDAD, lo lograrás si haces extraordinario lo ordinario de cada día. Camina con fe, sin miedo, con alegría, sé un buen párroco. ASÍ SEA.