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Arquidiócesis

Así será la reapertura de las Iglesias en Quito

Quito, 23 de mayo de 2020

José Colmenárez.-

El pasado miércoles el COE Nacional aprobó el protocolo para la reapertura progresiva de las Iglesias en el país. El anuncio lo hizo la Ministra de Gobierno, María Paula Romo, luego de que las autoridades analizaran el proyecto presentado por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana CEE.

La noticia ha creado dudas, expectativas e incertidumbre entre los fieles de la Arquidiócesis de Quito, mientras que otros se mantienen alegres y esperanzados tras conocer “volverán a la Casa del Padre” con responsabilidad, cumpliendo y usando los protocolos de bioseguridad para salvaguardar a los feligreses.

El Obispo Auxiliar de Quito, Mons. David Israel de la Torre Altamirano, SS.CC, informó se espera poder aplicar el protocolo de reapertura a finales de este mes, al tiempo que agregó que la fecha exacta dependerá de la semaforización de las provincias cantones y parroquias.

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“No es una apertura indiscriminada. El obispo diocesano tendrá que ir viendo según la realidad epidemiológica del lugar y la conveniencia o no de reabrir los templos”, explicó.

Mons. De la Torre declaró que el protocolo constará de tres fases. “Las dos primeras son fases pedagógicas para que todos nos acostumbremos, disciplinemos y ordenemos a esta nueva normalidad en defensa de la salud y la vida”, mientras que la tercera fase será aplicada de acuerdo al semáforo que haya sido decretado en la zona y permitirá la realización de la Santa Misa respetando el aforo del 30%.

En esta primera fase sólo se podrá aplicar el “semáforo rojo”, donde los fieles podrán entrar al templo y hacer 15 minutos de oración como máximo; confesarse brevemente al estar protegidos con guantes y mascarillas, y recibir la bendición sin tocar.

El “semáforo amarillo” será la segunda fase que se aplique en las Iglesias y se podrá recibir la Sagrada Comunión fuera de la Misa, siempre y cuando se cumplan las normas de seguridad que comprende atender a una persona a la vez, usar mascarillas y guantes, desinfectarse las manos y zapatos y esterilizar el lugar cada dos horas.

Mons. De la Torre mencionó que todas estas medidas han sido tomadas luego de ver “cierta estabilidad en el número de contagios y un descenso considerable del número de fallecidos.”

Agregó que las restricciones de movilidad y trabajo comienzan a hacerse más flexibles según las áreas geográficas y económicas. Lamentó que “lo peor ahora es la secuela de pobreza y miseria que todo esto deja a su paso. Los desempleados se cuentan por decenas de miles y la sombra de la quiebra de pequeñas y medianas empresas es cada vez más oscura”.

“La oración y la lectura de la palabra de Dios en Familia son ahora el sustento espiritual de la gran mayoría de católicos del mundo. Seguir las transmisiones online de la Eucaristía debe continuar como un acto de espera activa hasta volver a reunirnos alrededor del altar”, afirmó.

“La Iglesia no es virtual, la Iglesia es encuentro, es relación, es ternura, es caricia, es encarnada. Lo virtual es hoy la expresión de un anhelo que se hace más fuerte cada vez: ¡volver a casa!, Sí, porque un templo no es un lugar ajeno a lo más íntimo de cada uno; es nuestra casa, la casa del Padre, la casa de la Comunidad, pero hoy más que nunca la casa de la humanidad que busca un horizonte y un sentido para sus luchas, sus lágrimas, sus gritos pero también para sus sueños, sus risas y sus esperanzas”, agregó.

Finalmente concluyó haciendo énfasis en que esta pandemia “ha revelado lo mejor de nuestra sociedad: entrega, generosidad, riesgo para defender la vida del otro, preocupación por los más vulnerables. Pero también lo peor, los escándalos de corrupción no cesan. Y eso grita al cielo. Hacer negocio del hambre y de los muertos de un pueblo no tiene nombre”.

 

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