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Arquidiócesis

Ecuador dio el último adiós a su quinto Cardenal, Mons. Raúl Eduardo Vela Chiriboga

Quito, 17 de noviembre de 2020

José Colmenárez.-

El Nuncio Apostólico en el Ecuador, Mons. Andrés Carrascosa Coso, presidió este martes 17 de noviembre en la Catedral Primada de Quito, la Misa de Exequias por el eterno descanso del quinto Cardenal del Ecuador, Raúl Eduardo Vela Chiriboga, quien falleció el pasado 15 de noviembre, a los 86 años de edad.

Autoridades eclesiásticas, civiles, militares y fieles acudieron al lugar

La Misa fue concelebrada por el Arzobispo de Quito, Mons. Alfredo Espinoza, sdb, por el presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE), Mons. Luis Cabrera, ofm, y por algunos obispos de otras jurisdicciones eclesiásticas, al igual que de sacerdotes que se acercaron al lugar para dar el último adiós, a quien en vida fuera Arzobispo Emérito de Quito.

A las exequias también asistió el Canciller de la República, Luis Gallegos, el Defensor Público General del Estado, Ángel Torres Machuca, el Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, Gral. Luis Lara, el Alto Mando Militar, autoridades de todo orden y grado y familiares del Sr. Cardenal.

A los pies del Altar Mayor fueron ubicados los restos mortales del cardenal, y tras encender el cirio pascual, como signo de que “la muerte no es el fin de la vida”, fueron colocados sobre el ataúd, las insignias episcopales: una casulla, la mitra, el báculo de pastor y el evangeliario.

48 años de servicio episcopal

En la Homilía el Sr. Nuncio recordó que durante dos meses visitó al Cardenal en el Hospice San Camilo, y en una de esas visitas, hizo extensivo el saludo y la bendición apostólica del Papa Francisco, que fue de gran consuelo para el enfermo.

Recordó que quienes han sido bautizados e incorporados a Cristo “ya no nos pertenecemos, sino que en la vida y en la muerte somos del Señor” (Cf. Rm 14,8), por cuanto Mons. Raúl Vela, hoy goza del “premio celestial reservado a los siervos buenos y fieles”.   

Al nombrar varios aspectos importantes de la vida de Mons. Raúl Vela, el Sr. Nuncio, reconoció sus 48 años de servicio episcopal en esta Iglesia que peregrina en Ecuador.

“48 años de servicio episcopal, significa llevar un peso y una responsabilidad, que implican alegrías, pero también muchos sinsabores, sufrimientos e incomprensiones”.

Cercano y fraterno con sus hermanos obispos

Subrayó un aspecto importante en la vida del cardenal como lo era, “esa capacidad de crear y hacer sentir relaciones de fraternidad a través de gestos muy concretos”.

“El Cardenal Raúl Vela, era el primero en llamar por teléfono a las seis de la mañana, a cada hermano obispo el día en que cumplía años de su nacimiento o de su ordenación episcopal. Era el primero en amar concretamente con esos gestos sencillos, pero significativos a cada uno de sus hermanos obispos”. 

En el transcurrir del sermón, el Nuncio dio gracias al Cardenal por todo su servicio generoso al Evangelio y a la Iglesia de Cristo, haciendo énfasis en que desde joven dedicó toda su vida al seguimiento de Jesucristo.

“…Porque conoció y fue conquistado por el amor de Dios, por el cuál hoy podemos decir como San Pablo «ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura, podrán separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Cf. Rm 8,38-39)”.

Mencionó que el Sr. Cardenal ha terminado su peregrinación por este mundo, “pero hoy contempla la cara del Señor, a quien amó y consagró su vida sacerdotal, entregando su vocación y el servicio a la Iglesia con total disponibilidad”.  

“Nuestra oración de sufragio por él, se enriquece con sentimientos, recuerdos y gratitud, por el testimonio de la vida de aquel a quien hemos conocido, y con quien hemos compartido el servicio en la Iglesia”.  

Fue enterrado en la catedral

Al término de la celebración los obispos cargaron el féretro y lo llevaron hasta la cripta de la catedral donde fue enterrado el Sr. Cardenal. Allí los prelados entonaron los salmos, mientras que Mons. Alfredo Espinoza, bendijo e incensó la bóveda.  

Debido a la Pandemia del COVID-19 el ingreso a la catedral fue limitado, sin embargo, la Eucaristía fue seguida por miles de personas a través de las redes sociales de la Arquidiócesis de Quito y las frecuencias de Radio Católica Nacional y Radio María.

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