Arquidiócesis
Hospice San Camilo, un lugar donde se cultiva la esperanza
José Colmenárez
Ayudar a que un paciente en etapa terminal tenga una vida digna hasta su último día, es la misión que tienen quienes conforman el Hospice San Camilo. Ahí tanto el paciente, como la familia reciben un apoyo interdisciplinario para hacer más llevadero el dolor.
El centro asistencial se encuentra ubicado en la Calle Manuel Zambrano y Galo Plaza Lasso, al norte de Quito; y su misión se “centra en la integralidad de personas con enfermedades crónicas, avanzadas, progresivas y con pronóstico de vida limitada”.
Quienes allí trabajan ofrecen una atención humanizada, holística e interdisciplinaria en un ambiente de acogida, respeto, comprensión y que satisfaga sus necesidades físicas, psicológicas, emocionales, sociales y espirituales.
El P. Alberto Radaelli, religioso camiliano y Director del Hospice, mencionó que la construcción del nosocomio inició en el 2008 y en el 2014 recibió a su primer paciente.
“Actualmente esta obra constituye la mejor opción para que las personas vivan hasta el final con bienestar, acompañadas y con un soporte especializado a sus familias. Basados en el respeto a las decisiones y gustos propios de cada persona, los pacientes son cuidados por un equipo interdisciplinario que ofrece atención integral”, agregó
“El Hospice es hoy más que un espacio físico, se ha transformado en una filosofía de cuidado, en un concepto de asistencia y acompañamiento para el paciente, su familia y su entorno próximo”, mencionó.
El Padre Radaelli, además comentó que otro de los aspectos que busca el Hospice es “curar, cuidar y consolar”. Aseguró que quienes forman parte de la pastoral de la salud están llamados a “curar, tratar a los enfermos y sobre todo brindar un abrazo consolador. Es nuestro deber ponernos al lado del más pequeño y más vulnerable”
Explicó que los responsables de la salud deben tener una presencia humana y ser capaces de hablar con el corazón a los enfermos.
“La enfermedad es una oportunidad para educarnos y cuidar la esperanza, porque la esperanza nos sitúa frente a algo que puede cambiar a quienes hoy sufren una enfermedad”, concluyó.