Mons. Alfredo Espinoza: María es la Madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios.
José Colmenárez.-
El Arzobispo de Quito, Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb, presidió la noche del miércoles la Misa de fiesta en honor a la Virgen del Carmen. Lo hizo desde su capilla particular debido al distanciamiento social y las medidas de bioseguridad que cumple la Arquidiócesis de Quito durante la emergencia sanitaria.
La Eucaristía fue transmitida por el canal de Facebook oficial de la Arquidiócesis de Quito y contó con la participación de cientos de fieles y miembros de la comunidad de los Padres Carmelitas Descalzos de la Parroquia Santa Teresita de Quito.
En la Homilía Mons. Espinoza recalcó que la Virgen Nuestra Señora del Monte Carmelo es una advocación que esta “metida” en el corazón de sus fieles y como Madre “nos toma de la mano y nos hace caminar por caminos seguros, pero también por caminos difíciles”.
En su intervención Mons. Espinoza destacó que a través del escapulario de la Virgen del Carmen se siente su cercanía y protección como Madre, “porque eso es María, es nuestra Madre, como nos dice el Papa Francisco: «Un cristiano sin la Virgen está huérfano»”.
“Contemplemos a María en su silencio, fruto de un profundo amor por su Hijo y por Dios. Se jugó la vida con ese «sí» dado a Dios, un sí que le cambió la vida, un sí que la comprometió totalmente, un sí que la hizo salir de prisa a servir a su prima Isabel, un sí que la llevo a actuar en las Bodas de Caná, un sí que la convirtió en la primera discípula. Y ahora, un sí de dolor, de muerte, de sufrimiento, de Cruz; pero, al mismo tiempo, un sí de gran maternidad, porque es allí, al pie de la Cruz donde Ella da «a luz a todos nosotros: dio a luz a la Iglesia. Mujer, le dice el Hijo, he aquí a tu hijo»”.
Resaltó que “María es la Madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios”. Sintámosla así, como esa buena Madre y recorramos los caminos que nos acercan a Dios y a los hermanos.
Finalmente deseó “Feliz Fiesta a todos, de manera especial a todos los hermanos Carmelitas. Me uno desde aquí a Mons. Aníbal Nieto y a todos los Carmelitas que llevan el Evangelio en nuestro país y a los de Quito de manera particular”.
