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Arquidiócesis

Obispo Auxiliar de Quito invitó a los fieles a encontrar refugio y fortaleza en el corazón de Dios

José Colmenárez

El Obispo Auxiliar de Quito, Mons. David De La Torre, SS.CC, celebró el pasado domingo la Misa de fiesta de la Divina Misericordia, desde la Parroquia San Juan Apóstol de Chimbacalle, y lo hizo a través de la red social facebook con una sintonía de más de cinco mil personas.

Con uno tono sencillo y cercano, el Sr. Obispo, invitó a los fieles a entrar en el corazón del Señor, “porque nuestra miseria ya no es una razón para que tengamos miedo de Dios, nuestra miseria ya no es una razón para que nuestra dignidad humana quede atropellada, ofendida o ocultada, nuestra miseria queridos hermanos y queridas hermanas ha encontrado un lugar en el corazón mismo de Dios”.

“El nombre de Dios es misericordia”, exclamó Mons. De La Torre – recordando las palabras del Papa Francisco- y haciendo énfasis que Dios es amor y no es como esa “idea pagana” de un Dios castigador o “perseguidor del hombre y de su libertad”. Agregó que toda esta imagen errónea de los cristianos hacia Dios se debe a “una pedagogía ambigua y paradójica (que) desde niños nos han hecho creer que el amor es algo que hay que ganarse a partir de lo que hacemos en favor de la otra persona”.

Lamentó que “Nuestra familia sembró en nosotros la idea de que había que ganarse el amor y que para ganarse el amor había entonces que hacer muchas cosas en favor de la otra persona. Y es por eso que hay tantos problemas muchas veces en nuestras familias y en las parejas, porque en definitiva comenzamos una carrera desenfrenada por agradarle al otro”.

Añadió que esta carrera desenfrenada por “ser como el otro quiere que seamos” o por “darle al otro lo que él espera”, “tarde o temprano nos agota, nos agobia y nos destruye, porque el amor, no puede ser algo que yo conquisto a través de mi voluntad o a través de mis fuerzas”.

Aseguró que el amor se traduce en la entrega de la propia vida y existencia, de todo lo que sé es sin limites, sin condiciones y sin pedir nada. Resaltó que lo que debe importar es la otra persona sin mirar lo que tiene en el bolsillo o lo que pueda dar.

“Ese es el amor que celebramos en esta mañana (domingo 19 de abril). El corazón de Dios está abierto para todos, los brazos de Dios están abiertos para acogernos. Él fue clavado en la cruz y las marcas de la Pasión no han sido borradas por la Resurrección, no nos olvidemos de eso queridos hermanos y queridas hermanas, el amor deja huellas, el amor deja marcas en nuestra existencia que nada puede borrar y cuando un día tengamos tú y yo que presentarnos delante del Señor seremos juzgados por el amor, seremos juzgados por las marcas que ese amor ha trazado de manera perpetua en cada uno de nosotros”, afirmó.

“Entonces el amor no es un asunto de horas, de días, de minutos o de instantes, el amor trae consigo una promesa de eternidad. El amor es la prueba más fehaciente de que la muerte no puede tener la última palabra de nuestra existencia y esas lágrimas cuando despedimos a los seres queridos no son simple muestra de nuestra sensibilidad, esas lágrimas son las pruebas de que si la vida no es un absurdo. La vida debe continuar”, aseveró.

“En este día de la Divina Misericordia, ahí en el corazón de Dios tu y yo podemos encontrar hoy refugio y fortaleza, ahí en el corazón de Dios tu y yo podemos encontrar la fuerza que necesitamos para que el agobio de esta cuarentena no termine venciendo, no solamente llevándose la vida de tantos hermanos sino llevándose también nuestras ganas de vivir, nuestro canto a la vida”, concluyó.

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