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Obispos

Mons. Danilo Echeverría

Obispo titular de Thibuzabetum
Auxiliar de la Arquidiócesis de Quito

Lugar de Nacimiento: Quito.

Fecha de Nacimiento: 19 de junio de 1962.

Padres: Dr. Vicente Echeverría Sra. María del Carmen Verdesoto.

Hermanos: Rosario Angelitos y Letty Susana Echeverría Verdesoto.

Primarios: Pensionado Pedro Pablo Borja No. 2 (Maristas).

Secundaria: Colegio "Los Andes" 1-5 Curso. Antwerp High School (Estados Unidos).

Estudios Superiores

Facultad de Medicina Universidad Central.
Seminario Mayor "Nuestro Señora de la Esperanza" Ibarra.
Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
Licenciatura, Doctorado en Teología.
Curso para Rectores de Seminarios Mayores en Roma.

 

Ordenación Sacerdotal

29 de mayo de 1988. Roma, de manos de S. S. Juan Pablo II.

Servicios Pastorales:

  • Capellán Auxiliar de la Clínica Universitaria de la Universidad de Navarra.
  • Formador del Seminario Mayor "Nuestra Señora de la Esperanza".
  • Profesor de Teología Fundamental. Teología Moral Fundamental. Teología Natural e Introducción a lo Fliosofía.
  • Vicerrector de Seminario Mayor "Nuestra Señora de la Esperanza".
  • Director de la Comisión Diocesana de Pastoral Vocacional.
  • Secretario del VI Sínodo Diocesano de lbarra.
  • Rector de Seminario Mayor "Nuestra Señora de la Esperanza".
  • Miembro de la Comisión del Clero,Vocaciones y Seminarios de la Conferencia Episcopal.

DESCRIPCIÓN DEL ESCUDO EPISCOPAL DE S.E. MONS. DANILO ECHEVERRÍA

Además de los elementos comunes a todo escudo episcopal, el sombrero y el cordón que termine seis borlas, -ambos de color verde- se encuentran los siguientes signos:

La Eucaristía (hostia en las manos del sacerdote): Está situada en el centro del escudo. Así significa su centralidad en la vida del cristiano; a la vez que indica el punto focal de la actividad del obispo, de donde dimana toda su eficacia y hacia donde se encamina todos sus esfuerzos: lograr que todo el pueblo fiel ponga a la Eucaristía en el puesto principal e indiscutible de la vida cotidiana.

El crucifijo: Significa el sacrificio de la cruz. Todo el movimiento de la representación mira a la Cruz. Con esto se significa la íntima y esencial relación entre la Eucaristía y el Sacrificio del Calvario. Por otra parte, se quiere indicar también, siguiendo la doctrina del Concilio Vaticano II, a la Santa Misa como el centro y la raíz de la vida del cristiano, y por tanto, también del obispo.

Las manos sacerdotales: Significa en el sacerdocio ministerial instituido por Nuestro Señor Jesucristo. Es una invitación a agradecer este maravilloso don que Dios ha dado a los hombres, puesto que gracias al sacramento del orden sacerdotal se hace presente, de modo sacramental, el mismo sacrificio redentor del Calvario, y así se hace posible que cada cristiano pueda participar directamente en la oblación que nos justifica y nos hace gratos a Dios. Por otra parte, indica una de las prioridades en la misión pastoral del obispo: la cercanía y la atención llena de espíritu de fe y caridad sobrenatural hacia todos lo que, sintiendo esta vocación divina, participan de este sacerdocio ministerial. Además lleva ornamentos blancos, con lo que se desea presentar la pureza del alma y del cuerpo y que se requiere para celebrar la Santa Misa y recibir la Sagrada Comunión.

La estrella en un fondo azul: Simboliza María, “Estrella de la mañana” y aurora de nuestra salvación. En su visita al Ecuador, San Juan Papa Juan Pablo II, nos decía: “María es aurora, y la aurora anuncia indefectiblemente la llegada del sol… Que sea para todos Alborada de Dios. Un momento antes, había dicho: “Donde está María, aparecerá pronto Jesús. Con su presencia luminosa y resplandeciente, la Virgen Santísima inunda de luz que despierta la fe, dispone la esperanza y enciende la caridad”. De esta manera, representa la necesaria devoción a María en la vida espiritual del cristiano; a la vez que que se alude a su especial presencia en la Santa Misa: fue en la Cruz cuando Jesús nos la entregó como Madre, a través de uno de sus apóstoles, el evangelista San Juan. Además, se alude a las diversas devociones marianas, que no solo manifiestan la evangelización, sino que también, a su modo, la realizan.

El fondo dorado: Significa el reinado de Jesucristo. Él mismo lo había dicho: “Cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia Mí” (Jn. 12,32) Jesús reina desde la Cruz, trono donde nos alcanzó la salvación y nos abrió la puerta de entrada al Cielo.

El marco rojo: Significa la fortaleza, llena de la caridad, fruto del Espíritu Santo, que ha de vivificar la predicación, para que los tesoros divinos contenidos en el depósito de la revelación se transmitan en su divina integridad de generación en generación.

Fortaleza llena de misericordia, capacitada por el mismo Divino Espíritu, para afrontar toda situación, haciendo al portador un auténtico “mártir”, testigo de la verdad salvífica confiada por Dios en beneficio de los hombres.

El lema “DE TE VIVERE”: Aude a dos aspectos diversos, aunque conectados entre sí.

Por una parte, indica la necesidad del alimento eucarístico, que es el que nos da vida, y vida eterna; y que es como un anticipo de la vida bienaventurada, en la que quienes gozan de la presencia beatífica de Dios, se alimentan permanentemente con la contemplación del Cuerpo resucitado y glorioso de Jesucristo, Pan de ángeles, Pan Vivo bajado del cielo. Por otra parte, hace referencia la devoción eucarística. La frase, tomada del himno eucarístico “Adoro te devote”, compuesto por Santo Tomás de Aquino, es una invitación a desarrollar una profunda devoción a la Santísima Eucaristía, en la que se ejerciten las virtudes teologales y que nos mueve a dar testimonio de nuestra fe en la vida diaria, mientras realizamos todas las tareas propias de nuestra vida social, profesional o cultural.

De esta manera, también que están recogidos los tres aspectos que, tradicionalmente, se consideran en el misterio eucarístico: la Eucaristía-sacrificio que es la Santa Misa; la Eucaristía-sacramento, que es la sagrada comunión; y la Eucaristía-presencia que, nos mueve a adorar a Jesucristo real, sustancial y verdaderamente presente bajo las especies sacramentales con Su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma y Su Divinidad.

En su conjunto, el escudo manifiesta el profundo matiz eucarístico y mariano que Mons. Danilo desea dar a su ministerio episcopal.