Obispos
Mons. David Israel de la Torre Altamirano
Obispo titular de Bagai
Auxiliar de la Arquidiócesis de Quito
Monseñor David Israel de la Torre Altamirano, SS.CC., nació en Quito, el 8 de noviembre de 1972.
Realizó sus estudios primarios en la Escuela Particular Asociación Cristiana de Jóvenes y secundarios en el Colegio Fiscal Juan Pío Montúfar.
En 1990 entró en el Postulantado de los Padres de los Sagrados Corazones, en Quito, realizando al mismo tiempo los estudios de Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Quito (1990-1993).
En 1994 fue admitido al Noviciado de la Congregación de los Sagrados Corazones, en Chile, y emitió su primera profesión temporal el 27 de marzo de 1995, en Quito.
En 1995 fue enviado a París, Francia, donde hizo estudios de lengua y cultura francesa en la Universidad Católica de París (ICP) hasta 1996; posteriormente consiguió la Licenciatura en Teología en las Facultades Jesuitas de París – Centre Sèvres (1996-1999).
Emitió su profesión solemne el 27 de abril de 1999 y recibió la Ordenación Sacerdotal el 3 de agosto de 2001, en la Iglesia de los Sagrados Corazones de San Carlos, en Quito.
En Londres realizó estudios avanzados de inglés, en los años 1999- 2000, al mismo tiempo que acompañaba pastoralmente a los migrantes ecuatorianos del sur de Londres, diócesis de Southwark.
En los años 2000-2002 consiguió en París, en la Universidad Católica, la Maestría en Teología con especialización en Teología Dogmática y Fundamental. En la misma Universidad consiguió, en 2003, su Diploma de Estudios Doctorales en Cristología.
A lo largo de su vida religiosa ha desempeñado los siguientes cargos de docencia universitaria:
- Desde 2003 es Profesor de la Escuela de Teología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), Quito.
- Desde 2008 es Director de la Escuela de Teología de la misma Universidad.
- Desde 2011 es Profesor Principal de la Facultad de Teología de la PUCE, y desde 2015 es Profesor Principal Ordinario.
Además, ha desempeñado los siguientes servicios pastorales y eclesiales:
- 2003-2009: Director del Centro de Pastoral Universitaria de la Congregación de los Sagrados Corazones en Quito.
- 2007-2017: Superior viceprovincial de los Padres de los Sagrados Corazones en Ecuador.
- 2008-2017: Coordinador de la formación inicial en América Latina y miembro de la Comisión internacional de formación inicial de la Congregación de los Sagrados Corazones.
- En marzo-julio 2015: Vocero oficial de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana para la Visita Apostólica del Santo Padre Francisco al Ecuador.
- Desde enero 2016: Miembro del Consejo de presbiterio y del Colegio de consultores de la Arquidiócesis de Quito.
- Desde enero 2017: Representante del Señor Arzobispo de Quito, Gran Canciller de la PUCE, al Consejo Superior de dicha Universidad.
- Desde diciembre de 2017: Director del Centro Teológico-Pastoral Arquidiocesano de Quito (CTPA).
- 2008-2019: Párroco de la parroquia de los Sagrados Corazones de San Carlos (Quito).
Escudo Episcopal
Lectura Heráldica: En escudo partido de gules y azur, una cruz de oro. La cruz de oro crea cuatro particiones: en cantón diestro del jefe, dos corazones en oro y plata, coronados respectivamente por una cruz en plata y una llama de fuego en oro; en cantón siniestro del jefe, tres espigas entrelazadas en oro; en cantón diestro de la punta, torre de oro aclarada de sable; en cantón siniestro de la punta, pan partido en oro. Cruz episcopal en oro incrustada por cinco gemas de gules y galero de sinople de doce borlas. Por lema: “Aspicientes in Iesum”.
Escudo:
La Cruz está al centro del escudo episcopal. En la Cruz, Jesús ofreció su vida por la salvación de todos. Es signo de reconciliación porque nos anuncia que la última palabra de Dios es una palabra de vida y de perdón. Cristo en la Cruz ha vencido la violencia humana y ha revelado la misericordia divina. Sí, Cristo murió por nosotros, dio su vida por nosotros, pero también resucitó y ahora vive glorioso, es por ello que los brazos de la Cruz están ligeramente elevados como signo de que el Crucificado es el Resucitado.
Los corazones entrelazados de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María nos recuerdan el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. El corazón de Jesús (coronado por una pequeña cruz) está entrelazado con el corazón de María (coronado por una pequeña llama de fuego). Estos corazones fueron unidos por el Espíritu Santo en el momento de la Anunciación y fueron fundidos por el fuego pascual de la Cruz cuando María estaba al pie de la Cruz de su Hijo (cf. Jn 19,25).
Las tres espigas de trigo entrelazadas representan a la Santísima Trinidad que es el fundamento divino de toda vida comunitaria. Es posible vivir, amar y luchar en comunidad. Las espigas nos recuerdan la bondad del acto creador de Dios. Los trigales son fruto de la tierra y del trabajo del hombre por llevar el pan de cada día a su hogar. Las espigas son signo de la comunión de la Iglesia que se reúne en el nombre del Señor para celebrar la Eucaristía.
El pan partido hace referencia a Cristo, Pan vivo bajado del cielo (Jn 6,51). El pan nos recuerda el misterio de la Encarnación. Cristo nació en la ciudad de Belén que significa “casa de pan”. Cristo nos enseñó a pedir el pan cotidiano en la oración del Padre nuestro porque es la fuerza de Dios para los discípulos que caminan hacia el Reino. El pan es el signo de Alianza que el Señor comparte con sus discípulos en la cena pascual, signo de la presencia del Señor resucitado que hace de cada uno de sus discípulos pan partido para los demás. Los discípulos de Emaús reconocen al Señor resucitado en la memoria eucarística del partir el pan. El pan, entonces, es signo de la comunidad que sale, que sirve y que da la vida en el encuentro con todos aquellos cuya vida ha sido rota por el pecado y la violencia humanas.
La Torre es signo de fortaleza. Es el lugar propio del centinela, es decir de aquel que cuida la ciudad de los enemigos y de las amenazas externas. También es signo de vigilancia. Una de las virtudes de los ministros del Evangelio es velar por la paz del santo pueblo fiel paciente de Dios. La tradición católica ha invocado a la Virgen María como Torre de David porque Ella resguarda con su vida al Rey de Reyes que es su Hijo. La Torre es el lugar de anuncio del Evangelio y de la solidez en la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. Además, este escudo tiene una “simbología parlante”, porque la Torre designa el apellido (De La Torre) del obispo que lo lleva y que revela la identidad de su servicio episcopal de ser Maestro, Profeta y Pastor in persona Christi.
Los esmaltes rojo y azul nos recuerdan la tarde del Viernes santo cuando el costado de Cristo fue atravesado por la lanza del soldado. Del corazón abierto de Cristo manó sangre y agua (cf. Jn 19,34). La tradición católica ha considerado que así como Dios creó a Eva del costado de Adán, de la misma del costado abierto de Cristo en la Cruz ha nacido la Iglesia con el agua del Bautismo (color azul) y con la sangre de la Eucaristía (color rojo). También, los colores rojo y azul están en el pabellón de la ciudad de San Francisco de Quito que vio nacer a Mons. David de la Torre. Quito es la ciudad donde el Señor lo llamó a seguirlo. Y es la ciudad a donde ahora lo envía como Obispo.
El galero (sombrero) y la cruz, usados tradicionalmente en la heráldica, representan el ministerio episcopal de su portador.
Lema: «Aspicientes in Iesum» que podría traducirse como “Fijos los ojos en Jesús” (Hbr 12,2). Es la primera misión de Mons. David de la Torre: hacer que Cristo sea el Absoluto de su existencia. Que la mirada de Cristo sea el eje vital de su vida. Que todo gire en torno a la mirada de Jesús que es la ventana abierta a la verdad, al infinito. Mons. David de la Torre, el obispo de la mirada y del encuentro, tiene el encargo de ayudar al pueblo de Dios a mantener “Fijos los ojos en Jesús”. En esto no está solo. Los ojos misericordiosos de María, Madre Dolorosa del Colegio, serán su refugio y su consuelo.